sábado, 26 de noviembre de 2011

Más allá de la oscuridad

Llevaba horas llorando en mi habitación, el otoño madrileño en aquella tarde gris parecía comprender mis sentimientos .Los viejos árboles del parque infantil, que se ve desde mi habitación, habían dejado caer sus primeras hojas, depositándolas con cuidado sobre aquel columpio, viejo y oxidado.

A lo lejos se hallaba él, Rafael, un muchacho que sin ser muy apuesto, no pasaba desapercibido; con su tez morena; ojos profundamente inocentes, y de gran galantería, de pronto nuestras miradas se cruzaron; sería algo que siempre recordaría.
Luego vi que él le encargó a un amigo que me llevara mensajes .Solamente me limitaba a pensar que nunca se fijaría en mí.

Recuerdo que fue un día de semana, cuando él me envía una nota; en el cual me invitaba a dar un paseo a un parque que quedaba cerca a mi casa, cuando lo recibí me llené de emoción al saber que por primera vez era correspondida por un muchacho. Por su puesto lo acepté.
Él quedo de recogerme en un puente que estaba cercano al parque.

Cuando me acerqué a Rafael, mi corazón comenzó a saltar de la emoción. Me dijo:-Te ves especialmente atrayente hoy, Roxan -
Con esas palabras me enrojecí. -Pensé que no vendrías-

-¿Cómo, acaso piensas que es juego de mi parte, el haberte invitado?-
Un poco confundida contesté, - ¡no!, pero es que sólo nos hemos visto una vez.-Eso para mí fue suficiente, para saber que eres hermosa y que estoy enamorado de ti-
Con esa respuesta enmudecí, y titubeando le contesté:-¡Tú también me gustas mucho!-
-Yo se que te debe parecer algo precipitado, pero es que tú tienes algo que me fascina. Y me inspira ese sentimiento que acabo de confesarte-

Totalmente confusa le propuse-¿qué t e parece si caminamos por el puente?-, él solo asintió con la cabeza. Caminamos por el largo puente y le pregunté si me podía contar algo sobre él .Rafael me miró y comenzó a hablar.

Soy un chico confundido, estoy metido en un mundo lleno de problemas si te digo esto es para que me comprendas; yo siento que tengo un lado bueno en mi, un lado de paz, que solo lo encuentro cuando estoy contigo.

A veces me pongo a pensar porqué el destino me jugo así; porqué me toco vivir esta vida , no entiendo, creo que yo la escogí; pero hay algo dentro de mí que quiere que deje todo, que solo quiere enamorarse y dejar todo, por eso estoy aquí, porque solo contigo encuentro la luz en tanta oscuridad.

Nos miramos y no podía dejar de hacerlo; cuando llegamos al final del puente, él me propuso: “Demos un paseo por un lugar oscuro”. De repente Rafael cogió mi mano y me dijo que estaba enamorado de mí.

Aquella tarde el ocaso pareció llegar mucho más antes y muy pronto terminó. Lamentablemente así fue como todo comenzó.

Yo, una buena chica, buena estudiante, dieciséis años y en quinto de secundaria estaba embarazada. El ginecólogo me lo había confirmado esa misma mañana. Mi amiga Alejandra, que me había acompañado, se había enterado que Rafael se había mudado a Italia, con su tía.

Ella no dudo ni un segundo y me dijo: “Amiga, aborta”. Mientras caminaba con el rostro pálido a la salida de la clínica.

Alejandra me acompañó hasta mi casa. Habíamos recorrido juntas ese camino muy seguido a la vuelta de clase, pero nunca había permanecido tan callada durante el trayecto. Luego recordé una conversación, fue una de esas cientos de conversaciones que habíamos tenido entre nosotras dos.

Cuando estaba en mi casa me puse a mirar por la ventana y me di cuenta cómo el suelo del asfalto delataba que estaba empezando a llover. Cuando me preguntó:
-¿Crees en los espíritus? – me preguntó Alejandra después de una película de miedo que habíamos visto.
-Si, al menos eso creo. Las personas aparte del cuerpo tenemos espíritu – contesté con algo de convencimiento.
-¿Y cuando morimos el espíritu sigue viviendo?
- Yo creo que si tiene mucho sentido – Dije aun con gesto pensativo.
-Si – Afirmó Alejandra – Yo también lo creo.

Quizás en ese momento no importaba pero todavía un año después lo recordaba; después de ese breve comentario que apenas llegó a ser una conversación.

La pregunta era entonces ¿cuándo llega el espíritu a las personas? ¿En el momento en que nacen o al instante en el que son convencidas? Me resultaba absurdo creer que teniendo todos los hombres un espíritu, este no nos acompañe desde el primer día en que somos convencidos por nuestros padres.
Por otra parte esta idea me asustaba, me ponía entre la espada y la pared. Entonces… ¿Ya era madre?, seguramente mi hijo no tiene una apariencia desarrollada, pero si un espirito y un destino.

La idea de que en cierto modo ya era madre, me hizo abandonar la intención de abortar; pero no me quitó ni un poco el miedo que sentía de la inquietud o del profundo malestar al sentirme desafortunada ante el abismo que suponía la incertidumbre del futuro.

Había un rosario sobre la mesa del estudio todavía en su caja. El abuelo me lo había regalado hacia apenas dos meses por mi confirmación. Me acerqué y lo abrí, lo tomé entre mis manos y me fijé en la figura de Jesús que aunque pequeña estaba realizado con gran detalle. Visto de cerca su rostro miraba al cielo en expresión de dolor. No tenía costumbre de rezar, iba alguna vez a misa, pero la verdad cada vez menos.

Nunca me hubiera puesto a rezar el rosario, incluso hubiera sentido mucha vergüenza si mis amigos me hubieran visto. Pero conocía las oraciones y por alguna razón extraña comencé a orar en silencio con los ojos cerrados mientras afuera lo que antes era una llovizna, ahora era una tormenta intensa. Me abstraje tanto en la oración que sentí desaparecer el sonido de lluvia al fondo rebozando cada vez su espíritu de una sensación llena de paz.

El sonido de unas llaves abriendo la puerta, acompañado del saludo de mi madre, me hizo abrir los ojos. El tiempo había pasando volando, media hora transcurrida como si hubieran sido cinco minutos. Al incorporarse no solo había dejado de llover ya que incluso el sol había salido. Un sol que hubiera pensado que se trataba del mes de enero. Al levantarme miré por la ventana a dos niños columpiándose y correteando por el parque, mientras su madre les vigilaba a la vez que sostenía en sus brazos a un bebé; sonriendo caminé hasta la cocina y le dije a mi madre: “Mamá estoy embarazada y a pesar de eso saldré adelante”.

Rossy Hancco Huamán
5to de secundaria

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